miércoles, 8 de diciembre de 2010

lector




Hoy ha sucedido algo de verdad emocionante, uno de esos pasos. 
Argemí terminó la tercera novela del Pepé Levalián e imprimió el original para ir leyéndoselo a Lucas por las noches. 
Después del capítulo de esta noche, el niño le ha pedido los folios.
¿Puedo seguir un rato?
Ahora está tirado en el suelo de su cuarto, completamente absorto.
Mamá, lo siento, no puedo parar. No voy a parar.
Son unos folios sin encuadernar, sin ilustraciones, secos y duros paridos de impresora casera.
Y se niega a parar. Ese paso, esa enorme zancada lectora. 

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